Ha estado caminando en el alambre, viviendo más de las palabras que de los hechos. En el Camp Nou tocó fondo su literatura. Pregonar posesión, dominio y protagonismo… para defender en campo propio, no tener ningún control de la pelota y caer goleado como un equipo pequeño. Sin embargo, los cinco triunfos consecutivos en Nervión permiten colocar el ridículo ante el Barcelona dentro del que podríamos llamar capítulo accidental. Accidente grave, muy grave, porque el Sevilla FC mancilló su lema del ‘Nunca se rinde’, pero la reacción ha sido inmediata con un triunfo de muchísimo valor para la Liga ante el Mallorca y con un 3-0 ante el PSV, el equipo que ha logrado una mayor ventaja ante su rival en el partido de ida de este playoff de 1/16 de final, que deja el pase a los octavos de final de la Europa League virtualmente logrado.
Sampaoli ha ido tomando decisiones y hasta la fecha no se puede negar que acierta más que se equivoca. Su lenguaje barroco dañaría los oídos de no ser porque el equipo está demostrando que cree en su entrenador. Hay unanimidad en las declaraciones de los jugadores: en el parón del Mundial, y durante la especial pretemporada que llevó a cabo el equipo, hubo conjura en el vestuario y todos siguen las ideas que promulga el técnico. El vendaval de fútbol ofensivo ante el Mallorca y las muchas acciones de ataque frente al PSV confirman que, efectivamente, hay un modelo, una propuesta clara que se está consolidando a base de partidos.
Adquiere más valor lo que está haciendo el técnico argentino teniendo en cuenta que. por ejemplo. ante el PSV tuvieron que ser titulares en el centro del campo -por las bajas y las molestias que arrastran algunos jugadores- Jordán y Rakitic. Con esa pareja en la zona ancha ya ha quedado demostrado en muchos partidos que es prácticamente imposible sostener a un equipo y llevarlo con fútbol a la victoria. Sin embargo, el Sevilla se repuso al dominio del conjunto holandés en la primera media hora de partido y con la entrada de Fernando por Badé acabó arrollando a su enemigo. Que Fernando hiciera una lectura perfecta de lo que necesitaba el equipo en el momento del partido es la razón de la mejoría que hizo pública Sampaoli. Obviamente hay algo más.
Hay una estructura que se va solidificando y en la que las piezas empiezan a encajar y a aportar independientemente de los nombres propios. En este sentido, es lógico que el entrenador haya optado por quedarse con los profesionales para dejar a los jóvenes canteranos ayudando al filial. Primero debe funcionar como un reloj la maquinaria del primer equipo. Después, tiempo habrá para incluir en el engranaje a jóvenes como Carlos Álvarez, quien tiene toda la magia y las condiciones para triunfar.
No hay otra, de momento. El Sevilla vive sostenido por Jorge Sampaoli y no hay que restar mérito a lo que está haciendo con el que empieza a ser ‘su Sevilla’. En estos momentos es la figura que más fiabilidad transmite en el club. El presidente Pepe Castro anda buscando escudos para defenderse de los ataques judiciales de Del Nido Benavente y para sobrevivir en el poder en la guerra intestina del club. Monchi ha fichado bien en el mercado invernal. Ha subsanado parte de los muchos errores de lo construido en verano, aunque más que usar sus armas, el director general deportivo ha sabido las claras peticiones del técnico argentino.
El Monchi. Monchi, Monchi intervencionista y partícipe no está. Siempre se le espera porque ya ha demostrado que sabe encontrar el camino que lleva a la gloria. En su última rueda de prensa sin embargo transmitió, sin decirlo expresamente, que está buscando la puerta de salida del club, haciéndose a la idea de una amarga despedida. Hablaba de marcharse y apenas podía contener la emoción, como quien está sintiendo el dolor antes de que la despedida llegue. Si el mejor Monchi hubiera estado presente, ¿se habría quedado Pape Gueye fuera de la lista de la Europa League?
La ausencia del senegalés en una competición con la que el Sevilla puede salvar la temporada no hay quien la entienda, y ridícula se antoja la explicación que tuvo que dar Sampaoli en la previa al partido ante el PSV: que Pape Gueye no está inscrito porque fue el último en llegar y, como el resto de los futbolistas que se ficharon tampoco venían con continuidad, no sabían cómo se iba a adaptar Gueye al fútbol español. ¿Perdona? Esa pregunta con una única palabra que ahora está tan de moda. ¿Perdone? Siempre mejor con respeto.
Que Loïc Badé tenía que entrar en la lista A de la Europa League era una evidencia porque el equipo necesitaba, y necesita, contar con centrales (casualmente ahora también ha caído el francés), la zona en la que se han acumulado más bajas por problemas físicos. Pero dejar fuera a Pape Gueye, después de lo visto en sus dos únicas comparecencias, y sabiendo los problemas físicos que arrastra Fernando a sus 35 años, también es un evidente error de la dirección deportiva y, por extensión, del entrenador, con el que se presupone una fluida comunicación.
Que el aficionado desconozca lo que puede aportar y cómo se puede adaptar un jugador a una determinada competición entra dentro de la lógica. Que ese desconocimiento se haga extensivo a un amplio equipo de trabajo tan reconocido mundialmente por sus éxitos al fichar y al lograr que futbolistas eleven su nivel; a una dirección deportiva con tanto Big Data e inteligencia artificial, es una extraña y desagradable sorpresa impropia del meticuloso Sevilla de otros tiempos. En el de ahora, lo grave es que ocurren hechos inexplicables que se afrontan con una no menos inexplicable normalidad. Unas saltan a la vista y otras no, pero el ‘caso Gueye’ y su ausencia en la lista de la Europa League destapan la razón de los muchos malos resultados que se han obtenido sobre los terrenos de juego. Mañana, no lo descarten, el Sevilla pierde ante el Rayo, cae contra pronóstico en Holanda y no gana al Osasuna en el Sánchez-Pizjuán, y la perfección de Sampaoli cambia radicamente. Ahora, en este preciso momento, la figura del técnico de Casilda se está engrandeciendo y a él vive agarrado el Sevilla y su afición.