De las lágrimas de Isaac Romero a la apatía de Lukébakio
El lebrijano se fue llorando del terreno de juego en camilla y en su lugar entró un belga al que parece que nadie le había explicado lo que era el Gran Derbi.
El lebrijano se fue llorando del terreno de juego en camilla y en su lugar entró un belga al que parece que nadie le había explicado lo que era el Gran Derbi.
Nunca un cambio representó tanto las dos caras de la moneda de cómo vivir el fútbol. El Sevilla FC había arrancando con fuerzas en el partido, impidiendo al Real Betis estar cómodo con el balón y mirando siempre hacia delante. Un gran comienzo que duró lo que estuvo Isaac Romero. El lebrijano vivía su primer Gran Derbi y no pudo tener un desenlace más cruel.
El canterano realizó un pase atrás en el área y al momento notó como algo no iba bien en su musculatura. Inmediatamente se echó al suelo con serios gestos de dolor y pidiendo la entrada de las asistencias. Ya desde el primer momento se sabía que no podría continuar e Isaac no pudo contener la emoción. Abandonó el campo en camillas y entre lágrimas por no poder ayudar a su equipo en el partido más importante de lo que restaba de temporada.
En su lugar, Quique Flores dio entrada a Lukébakio. El belga siempre es un jugador frío pero el sevillismo confiaba que ante este gran escenario pudiera dar otra versión. Todo se quedó en un sueño y ya desde el principio se vio que todo iba a ser como siempre. 30 minutos jugó en la primera parte y no pudo hacer más cosas mal.
En su cabeza tuvo el gol que podía haber cambiado el rumbo del partido. Al belga le llegó el balón plácido y sin portero en el área pequeña tras varios remates fallidos. Con todo a placer le salió un cabezazo que en vez de ir de frente fue hacia la izquierda donde estaba Ocampos, que si introdujo el balón en la portería pero este estaba en fuera de juego.
Si no fuera suficiente fue el autor del penalti que le dio la ventaja momentánea al Real Betis. Fornals centró desde la frontal y Lukébakio le dio la espalda como si lo que le viniera fuera un misil. En ese gesto el balón le acabó golpeando en la muñeca y Sánchez Martínez no dudó en señalar penalti. Por suerte, el Sevilla FC pudo empatar en la segunda parte, pero seguro que el sevillismo le dará muchas vueltas a qué habría pasado si Isaac Romero no se hubiera lesionado.