Por todos los rincones suena la misma cantinela: el ciclo de Julen Lopetegui en el Sevilla F.C. está llegando a su fin. Se ven síntomas de agotamiento en una temporada diseñada para repetir Champions en LaLiga como objetivo prioritario, lo tiene en la mano, pero también para haber tenido un mayor recorrido en la propia UEFA Champions League, con un grupo asequible sobre el papel, y en una Copa del Rey en la que cayó eliminado por su eterno rival, el finalista Betis.
La sensación de que hay mucho más equipo que entrenador se ha instalado en el sentir del aficionado. El dinero está en campo, no hay la más mínima duda. El presidente José Castro y el director deportivo Monchi han asumido con valentía los riesgos de mantener a futbolistas por los que pudieron hacer caja el pasado verano y han echado el resto en el mercado invernal para reforzar a un plantel debilitado por las lesiones y la Copa de África.
En una campaña extraña de la que Lopetegui podría “escribir un libro” plagado de desgracias, se han escurrido entre los dedos de las manos las opciones de hacer una temporada memorable el año en el que el Ramón Sánchez-Pizjuán acoge la final de la UEFA Europa League.
De la accidentada Copa, acabada la eliminatoria sin público por el impacto del palo de una bandera en la cabeza de Joan Jordán, cayó en octavos (2-1) muy justo de efectivos, jugando con el portero del filial Alfonso Pastor; y tras no superar el grupo de Champions, el ahora semifinalista West Ham lo envió a casa en octavos de la Europa League (1-0 en la ida, 2-0 en Inglaterra).
Las grandes decepciones en las competiciones eliminatorias han estado compensadas por la magnífica posición en Liga y, pese a la última mala racha, todo apunta a que logrará clasificarse entre los cuatro primeros por tercer año consecutivo a las órdenes de Lopetegui. Haber seguido la estela del Madrid durante buena parte de la temporada no ha logrado tapar, sin embargo, otro inconveniente que apunta al fin de ciclo: el rechazo generalizado a una propuesta futbolística que no divierte, que desespera, que se instala a veces en la posesión ridícula sin mordiente, que hace vivir al equipo en el alambre y en la angustia permanente.
El plebiscito definitivo está por llegar. Ante el Cádiz el próximo viernes se volverá a testar el nivel de empatía afición-entrenador. Tuvo el técnico un amplio reconocimiento tras el triunfo ante el Betis, pero también el crítico runrún tras los cambios que condenaron al equipo a la derrota ante el Madrid. Los atenuantes en forma de lesiones y afectados Covid para la redención de Lopetegui son muchos, aunque a buen seguro se depurarán responsabilidades cuando acabe la campaña analizando todos los factores que enviaron a la enfermería a tantos jugadores.
La pregunta tiene difícil respuesta. ¿Si usted fuera Monchi, pondría fin al ciclo de un técnico renovado hasta el 2024 y que está a un paso de lograr la clasificación para la Champions por tercer año consecutivo? ¿Despediría al entrenador que logró la sexta Europa League y que ha tenido al Sevilla luchando por la Liga buena parte de las dos últimas campañas? Lopetegui tiene un valor carísimo en fútbol: garantiza con triunfos el objetivo deportivo prioritario de la entidad, la Champions.
Que el técnico vasco dé un giro de tuerca a su fútbol más ofensivo se antoja poco probable, aunque sería una solución factible. La pelota está en el tejado del director deportivo, quien mejor conoce qué decisión beneficiará más a la entidad. Cuesta ponerse en su piel. Hay que armarse de valor para asumir los muchos riesgos que implicarían poner fin al ciclo de Lopetegui.