La impotencia del Sevilla
Los de Nervión no pudieron pasar del empate a cero ante un Copenhague que es, a priori, el rival más asequible del grupo
Los de Nervión no pudieron pasar del empate a cero ante un Copenhague que es, a priori, el rival más asequible del grupo
Mi amigo Julián es un chaval muy simpático. No es un dios griego, pero no es desagradable a la vista. Tiene don de palabra y sabe cómo caerle bien a la gente. Por como hablo de él, muchos pensarán que es el típico amigo que, pese a no tener un físico envidiable, consigue ligar cuando quiere gracias a su don de gentes. Pues bien, cuando a Julián se le presenta una oportunidad para conseguirlo, no sabemos cómo, la suele fallar. Mi amigo Julián podría ser perfectamente el Sevilla FC.
El equipo no juega mal, y la plantilla va tomando forma poco a poco. Monchi pidió paciencia en el encuentro frente al Almería, y la afición ha respondido "hágase tu voluntad y no la nuestra". Con la victoria frente al Espanyol, las turbias aguas de Nervión (que no el río) se calmaron un poco, y en Copenhague Lopetegui ha conseguido salvar su pellejo gracias a un empate a cero que ha sabido a gloria tras la remontada del Manchester City ante el Borussia Dortmund en Inglaterra.
La mejoría es patente en un equipo que ya, por lo menos, sabe a lo que juega. Isco va recuperando sensaciones poco a poco y, pese a que aún está lejos de su mejor momento físico, está cogiendo unos galones en el centro del campo que le permiten ser el mariscal sevillista sobre el verde. La cantera por fin parece importarle al técnico vasco, que ha visto en José Ángel Carmona y Kike Salas dos futbolistas en los que confiar por encima de sus competidores por el puesto. El lateral ha vuelto a demostrar hoy esas ganas de conocer qué hay más allá del área, teniendo una de las más claras del encuentro tras un córner botado por Alex Telles que, en estos momentos, está mejor que Acuña.
Sin embargo, el Sevilla es como mi amigo Julián. Al equipo de Nervión le falta saber cómo terminar la jugada. Queda bastante claro que Youssef En Nesyri es lo que se conoce en la NBA como un "one season wonder", un jugador que brilla una temporada y santas pascuas. El marroquí, que encima tuvo la brillante idea de encararse con la grada en su último partido en casa, sigue dándole razones al sevillismo para creer que no es válido para el puesto. Por supuesto que no es sólo culpa suya. Julen Lopetegui se equivoca contando con él como titular y dejando a Rafa Mir sin disputar un minuto en dos partidos seguidos, mientras que Monchi no ha sido capaz de traer ese delantero de garantías que tanto necesita el equipo.
Tras sufrir amargamente por su culpa la pasada jornada, estoy muy seguro de que Julen Lopetegui ha celebrado internamente el gol de Haaland que certificaba la victoria del Manchester City. Si el Borussia consigue puntuar en el Etihad Stadium, las cosas se hubieran puesto muy feas para un Sevilla que, en principio, se disputará la segunda plaza del grupo frente al cuadro alemán. Los dos próximos encuentros de Champions son clave para conocer el devenir de un equipo que no es capaz de ver puerta con facilidad desde Dios sabe cuando.
Pese a lo incierto del futuro en competición europea, los de Lopetegui sólo deben tener en mente una cosa: el próximo partido. El pensamiento base del cholismo es clave para triunfar cuando los ánimos desfallecen. Claro está que el encuentro que se viene en el Estadio de la Cerámica no es plato de buen gusto para un Sevilla que ha caído contra rivales, con todo el respeto, peores que el Villarreal. Gerard Moreno será baja, pero en el Sevilla sólo un delantero ha anotado esta temporada y únicamente un tanto que sirvió para maquillar el resultado en Pamplona ante Osasuna.
La afición sevillista ha pasado de la rabia a la impotencia, porque muchos se han dado cuenta de que no se puede hacer más con lo que hay. Será culpa del entrenador, de la plantilla, del director deportivo o de la directiva; pero no hay ninguna duda de que algo pasa en un club que no levanta cabeza aunque lo intente. Quizás sea como yo le digo a mi amigo Julián: "Mostri, te falla el remate".