El Ramón Sánchez-Pizjuán acogía el duelo que tanto ha esperado esta temporada el Sevilla FC. Tras una nueva temporada de sufrimiento, la derrota del Cádiz ante el Real Madrid permitía a los de Quique Flores conseguir la permanencia matemática con sólo puntuar. Enfrente esperaba un Granada que a pesar de estar casi desahuciado quería retrasar la salvación sevillista y alargar su racha de partidos sin perder. Antes de que el balón echase a rodar hubo tiempo para los homenajes. El primero de ellos a los jugadores del Sevilla Atlético por su ascenso a Primera Federación y posteriormente a Ocampos por sus 200 partidos disputados como jugador hispalense.
Golpeó con poco
El Granada demostró que no tenía nada que perder y salió siendo vertical e intentando buscar la espalda de la defensa sevillista, que se mostró segura en todo momento. Al Sevilla FC le costó poco hacerse al partido e instalarse en campo contrario a través de los carriles y así llegó el gol que abría el marcador. Tras una jugada bien madurada Jesús Navas recibió sólo y sin pensarlo puso un centro medido al segundo palo para que Acuña rematase de cabeza al fondo de las mallas.
Los de Sandoval no se vinieron abajo y siguieron llegando a tres cuartos de campo rival pero sin concretar a la hora de finalizar. Su primer remate llegó en el ecuador de la primera mitad cuando a Arezo le llegó el balón en la frontal pero su tiro salió blando a las manos de Nyland. El Sevilla FC intentó darle la vuelta a la situación pero los nazarís cubrían a la perfección las vías de salida sevillista.
Los jugadores de calidad del Granada empezaron a aparecer, en especial Jozwiak. El polaco fue el que más peligro creó con jugadas individuales y tuvo con un disparo lejano la más clara tras envenenarse este al tocar en Sergio Ramos. Los hispalenses consiguieron librarse del atosigamiento nazarí en los últimos minutos y tener un tramo tranquilo antes de irse al descanso.
Desatados
La segunda parte comenzó con el mismo guión pero el Sevilla FC armó una contra de libro para ampliar la diferencia. Soumaré robó el balón en el centro del campo, cogiendo desarbolado al Granada. En-Nesyri se plantó en la frontal y en vez de chutar prefirió abrir a Ocampos y tirar el desmarque para que el argentino le diera el pase medido que le permitiera rematar a puerta vacía en el segundo palo.
Este gol terminó de matar a los de Sandoval que ya vivían más en campo propio que en el contrario. El Sevilla FC estaba cómodo, gracias en gran parte a Soumaré y Agoumé que jugaron con más libertad que nunca. A Quique Flores le gustaba lo que veía pero el físico de sus jugadores le obligó a mover ficha. Kike Salas tuvo que marcharse con molestias, dejando su sitio a Nianzou. Aprovechando la ventana de cambios el técnico madrileño también cambió a Lamela por Lukébakio.
Los de Nervión empezaron a acumular ocasiones para hacer el tercero hasta que llegó Lukébakio a redimirse de su actuación del derbi. El belga se vistió de jugador de fútbol sala y bailó en una baldosa a un defensa nazarí para separarse de él y ajustar el balón a la escuadra contraria. Ya con el encuentro sentenciado, el técnico sevillista metió a los menos habituales. Hannibal y Alejo entraron por Ocampos y En-Nesyri.
Todo salió tan bien para los locales que ambos estuvieron cerca de protagonizar el cuarto. El tunecino realizó una gran conducción para acabar cediéndosela al delantero que no controló bien, permitiendo a Augusto Batalla hacerse con el balón. Quique Flores quiso gastar todos los cambios y quitó a Soumaré, que se llevó una gran ovación, para dar entrada a Jordán que fue recibido con pitos de las gradas.
El final del partido fue tranquilo, algo que llevaba tiempo sin vivirse en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Una victoria que ya certifica la salvación matemática y que refuerza la figura de Quique Flores de cara al casting de entrenadores para la próxima temporada. A pesar de las bajas, el técnico madrileño ha conseguido que el equipo mantenga las señas de identidad que le han dado la tranquilidad a falta de cuatro jornadas.