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Sevilla FC
Montjuic tenía por delante una noche mágica. En cuestión de 50 metros Joaquín Sabina deleitaba al Palau Sant Jordi con su música y el FC Barcelona y el Sevilla FC disputaban un partido de fútbol de los que nadie se quiere perder. Los de Nervión llegaban tratando romper una racha negativa de más de 20 años sin ganar en feudo blaugrana. Desde la última vez que lo hicieron los trofeos se han ido acumulando en las vitrinas de ambos y donde había bares ahora tan sólo existen sucursales de banco.
Solo calan los goles que no hubo
Mendilibar y Xavi presentaron varios cambios en sus onces, y es que el calendario viene con tanta prisa que apenas han tenido 72 horas de descanso respecto a su último encuentro. Los culés empezaron mandando con la posesión mientras que los de Mendilibar buscaban crear peligro a la contra. Así llegó una oportunidad en cada portería que Nyland y Ter Stegen consiguieron despejar sin demasiadas complicaciones.
Llegó el minuto 20 y el FC Barcelona activó el modo ida y vuelta. Transiciones constantes donde el ida y vuelta se impuso al control. En una de ellas, Joao Cancelo se inventó una jugada individual demostrando su alma de extremo en ese cuerpo de lateral. El portugués acabó filtrando un pase para dejar sólo a su tocayo frente a Nyland, pero Felix estrelló su tiro en el larguero. Los sevillistas quisieron dar respuesta y varios jugadores dieron un paso adelante. Ocampos tuvo una réplica inmediata con un disparo desde el punto de penalti que se encontró con el pecho de Gavi.
Sergio Ramos y Lukébakio fueron de lo más destacado de la primera mitad. Ambos tienen a los sevillistas pensando que no hay nada mejor que encontrar un amor a medida. El camero dejó detalles del defensa de élite que demuestra que los genios nunca mueren. En especial, un corte a un balón que iba a la espalda del Sevilla pero que detuvo pinchando el balón haciendo parecer que fuera fácil. Por su parte, Lukébakio creó peligro en el área rival pero no todas las noches son noches de boda y esta vez no encontró el gol.
Una broma macabra del destino
El Barcelona empezó los segundos 45 minutos intentando poner calma en el caos que se había convertido el partido. Comenzaron a encadenarse las acciones de peligro en el área sevillista que no era capaz de estirarse. Lewandowski tuvo una de las que no suele perdonar pero Juanlu llegó a última hora para despejar ese lanzamiento a córner. El canterano volvió a firmar un encuentro excelso dejándose el alma por su equipo.
Mendilibar empezó a mover ficha desde el banquillo para buscar una solución. La primera respuesta al dominio fue dar entrada a Fernando por Sow tratando de encontrar algo más de pausa con el balón. Aún así el aluvión de ocasiones blaugranas siguió pero tenían la mirilla desviada. Xavi dio entrada a Ferrán buscando más pólvora, aunque al final la única forma que tuvo para romper el empate a cero fue mediante un autogol. Lamine Yamal centró con la fortuna de encontrarse con la espinilla de Ramos haciendo que el balón se colase por el primer palo de la portería de Nyland.
La presencia de Mariano, que había entrado junto a Acuña antes del gol, empezó a darle sentido a los ataques sevillistas. Los de Mendilibar por fin tenían una referencia a la que enviar balones arriba en lugar de rifarlos. El Sevilla intentó apurar hasta el final, sabiendo que esas eran las últimas jugadas que escribía en el partido. La más clara llegó con un centro de Navas hacia el delantero que cortó Kounde a última hora. El silbido final del árbitro sonó como el último acorde de un concierto que no quería que se acabase. Los de Nervión tendrán que seguir contando los días y las noches hasta que vuelvan a ganar al equipo culé en su casa.