Francisco: "Cuando salí del Sevilla me dijeron que podía irme a cualquier sitio menos al Betis"

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Francisco López Alfaro (Osuna 01/11/1962) defendió nueve temporadas la camiseta del Sevilla FC. El mediocentro hispalense ha tenido a bien conceder una entrevista a BeSoccer Sevilla, en la que ha repasado toda su trayectoria. En esta primera entrega, habla de sus inicios y su paso por el cuadro hispalense como futbolista.
¿Cómo empieza tu afición por el futbol?
Mi familia se vino de Osuna cuando yo tenía cuatro años. La verdad es que yo jugaba en el barrio, en un aparcamiento, y un día apareció el entrenador del Atlético Rochelambert que me dijo que le gustaría que fuera a probar. Estuve allí un año y me fui al Sevilla. ¿Por qué viene mi afición por el fútbol? Pues supongo que porque mi hermano, el que iba por encima mía, jugaba en la liga local y yo iba mucho a verlo. Supongo que es por él, porque mi padre en mi vida jugó al fútbol.
¿Cómo pasas del Atlético Rochelambert al Sevilla?
Hay un señor al que todos idolatrábamos y queríamos mucho, Pepe Alfaro, que era el jefe de captación cuando yo estaba en infantiles. Pepe llevó a muchísimos jugadores, y algunos incluso fueron con la selección española. Un día, en un torneo en Altair, se fijó en mí y me preguntó si yo quería irme al Sevilla. Yo tenía 13 años y le dije que hablara con mi padre, cuando hablaron mi padre me preguntó si quería probar y le dije que sí.
¿Cómo fue tu paso por las categorías inferiores del Sevilla?
Fue bueno, la verdad. Siendo infantil de primero yo ya jugaba en el A, aunque era el más joven de todos. El segundo año de infantil me mantuve, pero en mi primer año de juvenil me pasaron al B sin ir al C, y al año siguiente subí al primer equipo juvenil. Recuerdo que aquel año jugamos las semifinales de la Copa del Rey contra el Zaragoza. En mi último año de juvenil empiezo a jugar con el Sevilla Atlético y, un día, con el cambio de entrenador, llegó Manolo Cardo que empezó a contar conmigo para el primer equipo.
¿Qué recuerdas de Manolo Cardo?
Para mi es más que una persona, un amigo o un entrenador. Para mí es mi padre futbolístico. Es la típica persona que siempre me dio confianza y que en momentos malos, porque aquella fue una época difícil para el Sevilla en el aspecto económico y el equipo estaba abajo del todo, tuvo la determinación de decir "voy a poner a un chaval de 19 años en el primer equipo", cuando todo el mundo se lo desaconsejaba. Él me dio la posibilidad de poder jugar y estuve nueve años en el primer equipo del Sevilla.
¿Cómo fue tu debut con el primer equipo del Sevilla?
Soñado. Imagínate ganar mi primer partido de Primera División 1-4, con cuatro goles de Pintinho ante el Zaragoza. Era la oportunidad de demostrar que podía jugar en Primera, y la verdad que ese día fue magnífico. Jugamos un partidazo y salí destacado en todos los aspectos. Terminé muy contento, porque ese día me di cuenta de que tenía la posibilidad de jugar en la máxima categoría, hasta ese momento no lo pensaba.
Siempre has sido muy querido por la afición de Nervión.
Ha habido de todo, no creas. La afición del Sevilla, y lo se porque estuve nueve años, hay jugadores con los que se entrega: los que dan el 100% de sus posibilidades. Yo, que siempre he tenido unas características técnicas mas "frías", a veces escuchaba los pitos desde la grada. Sin embargo, no me puedo quejar, siempre me han tratado de 10.
¿Qué es lo que recuerdas con más cariño de tus nueve años en el Sevilla?
Yo estuve muy contento. Los primeros años fueron magníficos, pudimos jugar la antigua Copa de la UEFA en dos ocasiones. El ambiente era increíble: te levantabas por la mañana y te ibas a hacer lo que te apasiona con gente fenomenal. La lista de amigos que conservo sigue ahí, después de más de 40 años. Lo bueno de todo esto es que, en el vestuario del primer equipo, todos éramos de la cantera menos cuatro o cinco. Es totalmente distinto a lo que hay ahora. En aquella época, 20 habíamos subido del Sevilla Atlético, y todo era muy distinto.
Otro aspecto que ha cambiado mucho desde tu época hasta la actualidad es el trato con la prensa.
La prensa antes entraba en todos lados. Yo me iba de copas con periodistas, y tengo íntimos amigos desde hace 40 años que son periodistas. El ambiente era distinto, y cuando salías con ellos a tomar algo nadie decía nada. Hoy en día eso es totalmente impensable.
No podemos dejar pasar la oportunidad de recordar el famoso "Gol de Tejero" en aquel derbi ante el Real Betis. ¿Qué recuerdas de esos días?
Fue en una época en la que Betis y Sevilla estábamos mal. Era un partido clave para poder escalar posiciones, y nosotros lo conseguimos gracias a aquellos tres puntos con un gol mío pasado el minuto 70. ¿Qué recuerdo? Que cuando salí del estadio me dijeron de todo, no te lo puedes imaginar. A mi en el campo del Betis nunca me trataron mal, pero ese día... Yo siempre he dicho que ese gol ha trascendido más allá del tiempo. Hace cuatro o cinco años fui a un bar en el centro de Sevilla porque tenía que ir varios días a esa zona, y el camarero me atendió un poco seco. Al día siguiente pasó lo mismo, hasta que el tercero me dijo: "Mire, se lo voy a decir. Usted me dio el peor día de mi vida con el gol de Tejero", y con cosas así te das cuenta de cuánto significa el fútbol aunque hayan pasado 30 años, con cosas que alguno ni te perdona (risas).
Sin embargo, ese no es tu gol favorito con el Sevilla.
Hay uno de cabeza en UEFA, contra el Kaiserlautern, que nos sirvió para ganar en casa 1-0. Luego fuimos a Alemania y volvimos calentitos, nos metieron cuatro (risas). Nunca he sido un gran goleador, pero si he metido goles bonitos. Cuando hicieron el resumen para el Dorsal de Leyenda del Sevilla, les pregunté si lo habían editado, porque había cosas que ni recordaba (risas). Creo que metí alrededor de 50 goles en 16 temporadas.
Aunque hemos hablado de épocas bonitas, tu salida del Sevilla no fue la soñada.
Volví del Mundial de México de 1986 y a los cuatro días falleció mi padre. Hablé con el club, porque tenía ofertas de otros equipos, para decirles que no me podía ir porque no iba a dejar a mi madre sola, teniendo yo además 23 años. Llegué a un acuerdo con el Sevilla para firmar un contrato de 7 temporadas y retirarme a loa 30. El problema fue que, con el paso del tiempo, hablamos de que el contrato podía quedarse obsoleto, por lo que se incluyó una cláusula que decía que yo tenía que cobrar lo mismo que el mejor pagado de la plantilla que hubiera llegado después de la firma de mi contrato. Algunos dicen que yo tenía que cobrar una peseta más, pero no era así. Vinieron muchos y, para no tener que pagar de más, el dinero se lo daban de otras formas. A mi aquello no me molestaba, era una cuestión que yo entendía. El problema vino que, cuando yo tenía 27 años, llegó un entrenador con el que no congenié. Cuando finaliza la temporada, en la que sólo jugué cinco partidos, el técnico le dice a la directiva que no cuenta conmigo, que me busquen sitio. Me llaman del club y me informan de que, aunque me quedan tres años, me tengo que ir. Podía irme a cualquier sitio que no fuera el Betis. Entonces apareció la opción de irme con Luis Aragonés al Espanyol. A mi aquella idea me atraía por Luis, al que después conocí y considero uno de los mejores entrenadores que habré visto en mi vida. Accedí a ese cambio y estuve nueve años en Barcelona.