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Sevilla FC
A nadie sorprendería, leído lo leído y escuchado lo escuchado, que Geri mandara a Rubi un audio informal, con guasa, sacado de contexto, poniendo en su boca las mismas palabras que el empresario Alberto Luceño escribió vía correo electrónico a su socio Luis Medina cuando cerraron un negocio de comisiones millonarias vendiendo material sanitario al Ayuntamiento de Madrid: ‘Pa la saca’. ‘Pa la cuenta va’, claro está.
Unos, estos últimos, tras vender mascarillas y guantes en plena pandemia. Los otros, Geri (Gerad Piqué, jugador del Barça y copropietario y consejero delegado de la empresa Kosmos) y Rubi (Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol), por firmar en 2019 un acuerdo para llevarse a Arabia Saudi la Supercopa de España hasta el año 2025 (seis años con opción a ampliarlo otros cuatro) asegurándose la empresa de Geri 24 millones de euros (4 millones por edición) y la Federación presidida por Rubi 40 millones por cada torneo.
Puede ser la punta del iceberg, probablemente. Porque tanta confianza en el trato al dirigirse uno a otro con los apodos de Rubi y Geri no se logra en dos días. Todo legal, seguramente. Aunque ya veremos si hay acciones ocultas que puedan tener alguna consecuencia civil o penal. Todo amoral, sin duda. Porque aun dando la cara públicamente, un futbolista en activo implicado en la misma competición que sus rivales no puede negociar comisiones y establecer el caché de los clubes que en ella van a participar.
El conflicto de intereses (Piqué firmando con su empresa un contrato con la Federación que controla la competición en la que él compite) es muy evidente, por más que el central lo niegue en un ejercicio de cinismo sólo a la altura de quien ha sido capaz de ser, con su doble lenguaje, tan independentista como español. El mismo Piqué que dijo para defender que la Supercopa no saliera de España que “el fútbol es de los aficionados, hoy más que nunca”, mientras su otro yo, Geri, llenaba la saca con Rubi entre bambalinas quedándose para su empresa cuatro veces más de lo que pueda ganar el Betis o el Valencia en la próxima edición.
¿Qué habría dicho Piqué si es Florentino quien facilita el traslado de la Supercopa de España a Arabia, cobrando una comisión de 24 millones de euros? ¿Qué habría dicho Piqué si hubiera conocido, como ha desvelado hoy El Confidencial, que pide la intervención del Rey de España, “el emérito”, dice, para ayudar a cerrar el negocio?
El conflicto de intereses que no quiere ver Piqué aparece por todos los rincones. ¿Cómo se puede firmar un contrato asegurando la presencia del Madrid y del Barça cuando se supone que hay una competición limpia de 38 jornadas que disputar? Por más que el inocente aficionado quiera creer, este escándalo esparce por el fútbol un repugnante olor a podrido. ¿Qué pueden pensar los aficionados del Sevilla F.C., del Atlético de Madrid, del Betis o los de cualquier otro equipo de Primera división, aspirantes a romper el duopolio de Madrid y Barça?
Piqué, además, podría disfrutar de nuevo del lujo al que quiere aspirar cualquier futbolista español: volver a la selección española de la RFEF que preside Luis Rubiales, su íntimo en el reparto de comisiones millonarias. Tal vez este escándalo cierre la puerta a esa opción, porque la sospecha de favores debidos estará ya siempre presente en la mente de los aficionados.
Gerad Piqué, el adalid de los valores, el que hacía ascos a los hilos que se mueven en el palco del Santiago Bernabéu, repartiendo el juego y el dinero en el campo y en los despachos. Vistiéndose de corto y firmando contratos con la Federación Española y con la Liga de Fútbol Profesional que presidente Javier Tebas. Todo muy edificante.
Tan virtuoso como llevarse a la Supercopa a un país en el que no se respetan derechos humanos y se reprime a quienes los defienden. ¿Y con esto que hacemos Geri? Nada Rubi. 40 millones por edición para la Federación y 4 millones por edición para Kosmos. ‘Pa la saca’, que el dinero tiene otros valores.