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Sevilla FC
La esperpéntica temporada del Sevilla FC suma un nuevo capítulo: Mendilibar al rescate de un equipo que había dado la espalda a Sampaoli. El despido del argentino llega tarde, debió acabarse tras el escandaloso 6-1 del Metropolitano, pero más vale tarde que haber prolongado la etapa de un técnico con el que el Sevilla iba de cabeza al pozo de las lamentaciones. Mejor finiquitar y vaciar un poco más las maltrechas arcas del club que prolongar el descrédito de un entrenador al que ya habían sentenciado con palabras y con hechos algunos de sus jugadores.
Despido tardío y necesario que no debe tapar una realidad: Sampaoli no es el máximo culpable de la dramática temporada que está representando el Sevilla. Siguiendo el orden jerárquico, el presidente Pepe Castro y el director general deportivo Monchi, en especial este último porque es el máximo responsable en la parcela deportiva, son quienes tienen que asumir la mayor parte del porcentaje del fracaso. Verse obligado a firmar a un tercer entrenador en una misma temporada, tras una lamentable e inexplicable planificación, ya se puede considerar un fracaso. Bajar a Segunda división tendría que calificarse con otras palabras mayores.
¿Hay algún sevillista que piense que su equipo es capaz de salvar la categoría y de ganar la Europa League teniendo que enfrentarse en cuartos al Manchester United y cruzándose en semifinales con el ganador de la Juventus-Sporting de Portugal? Ese imposible, permanecer en Primera y ganar la 'Séptima' clasificándose para la Champions, sólo es contemplable en un capítulo de enajenación transitoria. El globo de la ilusión europea se pinchó en el sorteo y, seguramente, fue lo mejor que le pudo pasar a un equipo que no está en condiciones de seguir peleando en dos competiciones. Quedan tres semanas para visitar al United, pero la sensatez (tendría que funcionar el 'milagro Mendilibar' y ganar el Sevilla al Cádiz y al Celta para volver a distraerse con la Europa League) ya obliga a centrarse exclusivamente en evitar el descenso.
Llega Mendi, como llaman sus más cercanos a José Luis Mendilibar, a tratar de poner orden en el caos táctico de Sampaoli. Un veterano entrenador, 62 años, curtido en mil batallas, al que se le presenta de forma inesperada el mayor reto deportivo de su carrera. Ni el Sevilla habría pensado en Mendilibar y su perfil en otras circunstancias, ni a buen seguro el técnico habría esperado la llamada de un club construido para jugar y volver a clasificarse para la Champions con el cuarto presupuesto de LaLiga.
Sampaoli murió con sus ideas, por su cabezonería y por negarse a cambiar los dogmas de una religión que no funcionaba en la situación de emergencia en la que se encuentra el Sevilla. Mendilibar quiere vivir con su opuesto ideario: pragmatismo y agresividad. En su libreta sí hay alguna similitud con el técnico argentino: la presión alta, intentar vivir más tiempo en campo contrario y más cerca de la portería rival que de la propia, al menos eso pregonaba, sin lograrlo, el argentino. La gran pregunta es si el Sevilla tiene las piezas adecuadas para defender a campo abierto después de las pérdidas. Con Badé y Nianzou, salvo que el resto del equipo ayude con faltas tácticas y juntando líneas, la ruina parece garantizada.
En las otras muchas diferencias está la esperanza del cambio. La posesión ridícula con pases de los centrales a Bono o Dmitrovic se debe acabar. Mendilibar quiere que su equipo tenga el balón para atacar, no para defenderse acumulando pases horizontales o al portero; que defienda y ataque con intensidad y que recurra a un pelotazo si es necesario, un recurso que prefiere considerar un despeje orientado, un primer pase ofensivo si el balón encuentra a un atacante.
Medilibar apuesta por superar líneas, con juego directo si hay riesgos de que el rival te robe y te haga daño, y una vez superadas… que el balón no vuelva hacia atrás. “Eso me chirría”, ha comentado en charlas y entrevistas. Se acaba la defensa con tres centrales. El técnico vasco prefiere un 4-4-2, verticalidad, desborde y centros. Piezas tiene para poder hacerlo. Navas y Ocampos por la derecha, y Bryan Gil, Acuña o Alex Telles por la izquierda. Y En-Nesyri y Rafa Mir como rematadores, con los medias puntas llegando a las segundas jugadas.
Al rescate llega la tercera bala de Monchi, que es probable que sea la última si logra amoldar sus conceptos a un plantel muy mal construido. Lopetegui, no debió arrancar la temporada, y Sampaoli, se lo han comido los contratiempos y su falta de flexibilidad, son solo una parte del problema. La plantilla está descompensada, pero… ¿es tan mala como parece? Los partidos y los resultados nos sacarán de dudas.