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Sevilla FC
Ni el más optimista de los sevillistas lo habría firmado sustentándose en la realidad que le ha abofeteado la cara durante esta deprimente campaña. Los fríos y objetivos datos, sin embargo, ponen de manifiesto la resurrección del Sevilla FC. Seis partidos ha dirigido el técnico vasco y en ellos no conoce la derrota, ni siquiera ante un transatlántico como el Manchester United, al que ha logrado eliminar para meter a su equipo en la ilusionante espiral de las semifinales de la Europa League.
En LaLiga, 10 puntos de 12 posibles. Dos triunfos clarísimos a domicilio en Valencia y Cádiz, 0-2, dejando la portería a cero. El meritorio empate (2-2) ante el Celta en Nervión que supo a derrota, tras perder en los minutos finales un botín que parecía garantizado después de haber jugado más de 70 minutos en inferioridad. Y el empate de este pasado domingo ante un Villarreal aspirante a Champions. En la Europa League, media Sevilla convencida de que este equipo se ha transformado y es capaz de luchar por la Séptima, aunque todo el favoritismo recae sobre el otro semifinalista, la Juventus de Turín.
Todos hablan de la simpleza en los planteamientos de José Luis Mendilibar. Dando por hecho que los que están dentro del vestuario empiezan a conocerlo, debemos deducir entonces que en la sencillez está la grandeza y el éxito de un método que no supieron aplicar ni Julen Lopetegui, en una etapa erróneamente prolongada -así lo ha reconocido el presidente Pepe Castro-, ni Jorge Sampaoli, lenguaje barroco y fútbol ruinoso,
La propuesta de Mendilibar ha conectado con los futbolistas y con la grada del Sánchez-Pizjuán. Los jugadores creen en lo que el técnico les pide, lo están ejecutando y da buenos resultados. Mejor que arriesgar en la salida de balón, un pase largo (el de Badé en Cádiz y la posterior asistencia de Bryan Gil a En-Nesyri) o un despeje (el de Marcos Acuña y el error de De Gea, también aprovechado por el goleador marroquí). Acercar el esférico a la portería contraria evitando pérdidas ridículas puede encontrar el premio del gol. Una vía directa y muchísimo más segura.
Presión alta y sus riesgos
La presión, siempre que sea posible, alta. Defender y jugar en campo contrario. Siempre es mejor estar cerca del área rival que manoseando tontamente el balón en la propia. Con ese método tan sencillo, el Sevilla se puso por delante en Nervión ante el United, con robo de Lamela y otro tanto del internacional marroquí; o fue capaz de crearle varias ocasiones de gol al Villarreal en los minutos iniciales del partido de este pasado domingo.
Esa presión alta tiene sus riesgos, quedar expuesto a campo abierto si el contrario rompe las líneas con calidad y velocidad. Pasó mil veces con Sampaoli y con la llegada de Mendilibar quedaba la duda de si los jugadores de este Sevilla tienen la excelente condición física que exige la idea del técnico vasco. Se ve que, de momento, sí. Y al que no corre lo suficiente, como Suso, tirón de orejas del técnico y galopada ante el Villarreal para asistir a Rafa Mir en el 1-0. Obviamente, por simple que parezca, la pizarra debe ser mucho más compleja. Correr, pero correr bien, de forma ordenada, con el equipo agrupado en líneas muy juntas y con la intensidad/agresividad que se requiere para competir con éxito en la élite.
A Mendilibar, el estratega, también le funcionan las jugadas a balón parado, un recurso antiguo, antiquísimo, pero que tantos partidos desatasca y tanta gloria da a los buenos equipos. Un gol de estrategia, en saques de esquina, en cada uno de los cuatro partidos ligueros que ha disputado el Sevilla (marcó Ocampos en Cádiz, Badé en Valencia y En-Nesyri ante Celta y Villarreal). El planteamiento, así lo ha explicado en rueda de prensa Mendilibar, es también muy sencillo. El Sevilla tiene jugadores con golpeo de calidad y futbolistas muy altos. Combinando de forma adecuada ambos factores, llegan los goles.
Hay otro factor imposible de medir, el mental, en el que el técnico vasco ha tocado la tecla adecuada. La angustia ha dado paso a la alegría, la ansiedad a la diversión. No hay más que ver a la plantilla celebrando, en comunión con los aficionados, los dos últimos triunfos en Nervión para certificar que las mentes están liberadas en el vestuario del Sevilla. Los jugadores sufren, pero se divierten compitiendo y eso se transmite a una grada que vuelve a creer en su equipo.
La correa de transmisión, la que transmite las sensaciones que pasan del campo a la grada y viceversa, se ha activado de nuevo y cada partido ya no es un calvario en el Sánchez-Pizjuán, sino una fiesta en la que todos se sienten participes. El cambio de momento es real y lo he hecho posible Mendilibar, el estratega.