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Sevilla FC
En fútbol las relaciones entre clubes y entrenadores son como la mayoría de los amores adolescentes, a veces el primer amor, que duran entre varios meses y cinco o seis años. Desde que empieza el enamoramiento hasta el primer lustro van rompiéndose parejas, muchas, y otras, cada vez menos, van superando pequeñas crisis sentimentales, baches sin importancia hasta que llega la gran crisis (el repertorio de motivos es infinito) y la gran decisión: poner el punto y final o darse un tiempecito para pensar, que acaba igualmente en ruptura.
Quienes superan esa última gran crisis protagonizan matrimonios duraderos que sufrirán otras recaídas futuras, las famosas crisis a partir de los cuarenta, de los cincuenta o de los sesenta, cualquier década es buena para olvidarse del amor con espinas y volver a la adrenalina de los líos. Ruina.
En fútbol, decía, las relaciones entre clubes y entrenadores duran unos añitos, unas temporadas y pare usted de contar. Duran, realmente, el tiempo que tardan en dejar de llegar los buenos resultados. Incluso con triunfos hay técnicos que han sido destituidos. El matrimonio Simeone - Atlético de Madrid, trasladado a la vida real, equivale a una eternidad, una aguja en el pajar: el amigo sevillano que te encuentras visitando las Fairy Pools de las Islas Skye en Escocia, allí escondidas en el borde del fin del mundo.
Hay casos de técnicos longevos en el mismo banquillo. Los ha habido en el pasado y, salvo los hombres de fútbol, hay que rebuscar en google algún reportaje específico para encontrar a los entrenadores actuales que no sean los que nos suenan a la mayoría: Alex Ferguson y sus 27 años al frente del Manchester United; Arsene Wenger y sus 21 años dirigiendo al Arsenal; Mauricio Pochettino y sus 6 temporadas en el Tottenham Hotspur FC; o Pep Guardiola, quien suma ya 5 años al frente del Manchester City.
Lopetegui y el Sevilla FC han pasado la primera gran crisis. Se han dado un breve espacio de tiempo para meditar. De forma sibilina, Lopetegui ha estado en el mercado, pero ni se le ha ofrecido ni ha encontrado una pareja de baile que le garantice lo que tiene en el Sevilla, que es mucho. En su imaginaria lista de ‘a favor’ y ‘en contra’ de continuar, la balanza se decanta claramente hacia la primera opción por muchos factores.
De entrada, vuelve a dirigir en el maravilloso escaparate de la Champions, donde tiene mucho que ganar y poco que perder. Todo lo bueno que haga le dará un plus porque se va a medir a los más grandes de Europa. ¿Qué valor tiene hoy Unai Emery después de la extraordinaria Liga de Campeones que ha realizado el Villarreal? Otro ejemplo, por cierto, de lo efímero que suele ser el paso de un entrenador por un club. Tres títulos de Europa League ganados de forma consecutiva con el Sevilla, con el runrún sonando en la grada de los títulos ganados ‘a pesar de Unai’.
Va a tener que ceder, evidentemente. Podrá mantener gran parte de su filosofía, pero el club está por encima de las personas y hay muchos matices en la puesta en escena que tendrá que cambiar con la ayuda de Monchi. Tiene la suerte de trabajar con uno de los mejores directores deportivos del mundo, si no el mejor (todos quieren vender y, de momento, ha sido el único que lo ha logrado) y seguramente le construirá un equipo con el potencial deportivo suficiente para responder a la altísima exigencia de la entidad y de su afición.
Tras Diego Carlos se va a ir Koundé y, aunque su opinión tendrá peso en fichajes y salidas, porque finalmente es quien pone y quita a los jugadores, la revolución está garantizada. Óliver Torres, por ejemplo, perfil de jugador que gusta a Lopetegui, tiene abierta la puerta de salida. Y como él, otros muchos que no han terminado de romper.
El club sabe lo que quiere su afición, el primer y gran motor del Sevilla FC, y va a intentar ofrecérselo. Si Lopetegui es inteligente, que lo es porque ha llegado a donde está, bien haría en tratar de recuperar el estilo de fútbol que él mismo fue capaz de construir en su segunda temporada.
Enchufar a todos, un fútbol más vertical, la cantera...
Lopetegui tiene que enchufar a todos los miembros de la plantilla, no puede permitirse el lujo de devaluar a quienes son parte importante del patrimonio del club, y tiene que empezar a contar con la cantera de una forma real, dando oportunidades verdaderas cuando el contexto lo permita. El fútbol del Sevilla tiene que ser más vertical, con más velocidad y profundidad. Generar ocasiones de gol, marcar, volver a marcar y defenderse con balón cuando realmente lo requiera el partido.
Hay matrimonio de conveniencia y, aunque muchos auguran que va a salir mal porque el ciclo parecía agotado, el Sevilla 2022-23 de Monchi, con Lopetegui en el banquillo, ya está en marcha. Lo dejé escrito en una opinión anterior. Teniendo a un entrenador que garantiza resultados, en un año con tantos cambios como se prevén, mejor retocar –hay mucho que cambiar- que tirar el muro para empezar de nuevo.