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Sevilla FC
Pocas crisis se han visto tras tres jornadas disputadas. Malas inicios, sí; pero crisis con mayúsculas, no. Y es porque lo del Sevilla FC ya viene de largo, de una temporada pasada en la que tenía un buen colchón para amortiguar los golpes y en la que, al ser de tan bajo nivel LaLiga y al menos sacar empatitos gracias a la destreza de sus dos añorados centrales, la caída era lenta, como en paracaídas. Ahora, se está pegando una torta detrás de otra. Contra clubes de la zona baja, contra recién ascendidos, y sin atisbo alguno de mejoría, ni desde la pizarra ni desde los despachos. Por eso, no se trata de un mal arranque, sino de una buena crisis. Una de las gordas.
Si Monchi y los jugadores salieron a pedir perdón a los desplazados, es que algo no estarán haciendo bien, pero quizás no fue por eso, porque, de ser ese el motivo, Castro y Lopetegui tendrían que haber sido los primeros en solicitar clemencia. El presidente sigue con un discurso repetitivo, argumentando que el dinero está en el campo y sin aceptar que, si es así, se está invirtiendo mal; y el segundo, directamente, es que no tiene discurso. Ni soluciones. Pasan los días, las semanas, los meses, y hasta una pretemporada, y su equipo sigue jugando igual de mal y, todo sea dicho, sin hacer ni un solo cambio bien, sin modificar nunca el rumbo de los partidos desde el banquillo. Ni por casualidad.
“Rememos todos en la misma dirección”, pedía el de San Fernando a los desplazados, mientras éstos exigían la “dimisión” del técnico vasco, sólo tres jornadas después de cantar “Julen Lopetegui, Julen Lopetegui” en el Sánchez-Pizjuán, para cerra la anterior temporada. A lo mejor ellos también deberían pedir perdón, por apoyar algo que ya era insostenible y que después, por intereses, está claramente forzado. Ni Lopetegui quería seguir ni el Sevilla FC que siguiera. La faltas de ofertas, en un caso, y la de dinero, en el otro, hicieron el resto. ¿Por qué renovaría Castro al técnico justo después de una calentita Junta General de Accionistas? La cortina de humo impediría ver un oscuro futuro...
Porque un matrimonio de conveniencia nunca suele salir bien. A la mínima, salta la chispa y todo arde, lo que se agrava en una época de sequía, cómo ésta. Al club le quedan un par de balas: fichar, algo complejo por la falta de fichas y de dinero; y echar al entrenador, al complejo por la falta de agallas y de dinero. Pero el durísimo calendario invitar a hacerlo más pronto que tarde, o la temporada se irá rápida y completamente a la basura. El fútbol es hoy y Lopetegui ayer ya debió haberse ido, aunque fuese con la cartera llena. Al final, va a salir mucho más caro.