El Sevilla FC son letras de Sabina
Tras la esperpéntica derrota ante el Manchester City, la afición estalló contra José Castro en busca de un culpable para el ruinoso comienzo de temporada
Tras la esperpéntica derrota ante el Manchester City, la afición estalló contra José Castro en busca de un culpable para el ruinoso comienzo de temporada
Decía el maestro Sabina en "19 días y 500 noches" que lo suyo con María duró "lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rock". Creo que eso es lo que le dura la ilusión al sevillista medio en cualquier partido. Otra vez 20 minutos "buenos" por parte del Sevilla FC hasta que Erling Haaland decidió seguir agrandando su leyenda frente al combinado de Nervión.
Como era de esperar, el Manchester City, que jugó a medio gas, barrió del césped a los muchachos de Lopetegui, que confían, pero no dan con la clave para lograr la ansiada primera victoria de la temporada. Por mucho que Isco ratificara tras el partido el apoyo al técnico vasco, los buitres sobrevuelan Nervión y el de Asteasu podría convertirse en la cabeza de turco que pide la afición blanquirroja. Sin embargo, ayer ocurrió un hecho insólito. Muchos criticaban al entrenador y pedían su destitución, pero el blanco al final del encuentro fue el presidente del club.
El partido finalizó con gritos de "¡Pepe Castro, dimisión!", antes de que el Gol Norte recibiera a la plantila (cabizbaja y muerta de la vergüenza) con el lema que ya se hizo popular en la temporada de Montella: "¡Somos nosotros, Sevilla somos nosotros". El cántico contra el máximo mandatario se repitió a las afueras del estadio mientras la policía se agolpaba para frenar a los que increpaban a Castro en la puerta 0 del Ramón Sánchez-Pizjuán. Incluso José María del Nido, predecesor del utrerano, protagonizó ayer un episodio de ira saliendo del palco por el que ha pedido perdón hoy en los medios, demostrando que la situación en el Sevilla es peor de lo que se piensa. Deseando volver a tomar el mando del club, Del Nido debe estar frotándose las manos viendo cómo ha comenzado la temporada, sin nada que perder "Solo el miedo a la soledad" que cantaba el de Úbeda en "Incompatibilidad de caracteres".
Aún recuerdo cuando ir a jugar a Nervión era un suplicio para la mayoría de los rivales. La todopoderosa Juventus cayó gracias a un cabezazo de Fernando Llorente y el Liverpool vio como Guido Pizarro empataba un encuentro que iban ganando cero a tres en el descuento. La grada era una fiesta y esta temporada es un cementerio, exceptuando a los irreductibles del sector bajo de Gol Norte, cuyo aliento sólo desfalleció durante 30 segundos en el minuto 68 cuando Haaland hizo el tercero de la noche. Poco antes, según los presentes, se había escuchado a "Angelito", el speaker de la grada, decir: "Yo se que esto es una vergüenza, pero vamos a demostrarle a esta gente quién defiende el escudo, y después ya veremos". Ya adivirtió Sabina que "Hay que ser feliz aunque solo sea por joder". Ya sea a los que mandan o a los que critican desde fuera. Sin embargo, y pese a que el cansancio era palpable tras el partido frente al Barcelona, ayer fue la gota que colmó el vaso.
Un cansancio físico y psicológico que se nota en la plantilla y cuyo máximo exponente fue Bono, que tuvo que ser consolado por Dmitrovic al finalizar el encuentro. En la otra cara de la moneda encontramos a José Ángel Carmona, que ya ha tenido su bautizo de fuego esta temporada, supliendo al inexistente Marcao. El canterano fue titular en el día de ayer y en el descuento, antes de que Rubén Días hiciera el cuarto, sacó un balón bajo palos para demostrar que no está de paso en el primer equipo y que Lopetegui, o su sustituto, van a poder contar con él. Otro de los nombres propios de la noche fue Isco, que salió ovacionado del Ramón Sánchez-Pizjuán, y continúa empeñado en callar a los que criticaron su fichaje. Suso entró en el lugar del Papu y fue el autor del único tiro a puerta del Sevilla en el encuentro. Repito. Un tiro a puerta del Sevilla en 90 minutos. Concretamente en el 81. Dejando claro que el problema de gol del pasado año sigue vigente esta temporada. "Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido"; que decía Sabina en "Donde habita el olvido".
Las cartas están sobre la mesa, y en Nervión saben que la situación es insostenible. Para más inri, ahora deben jugar tres encuentros consecutivos fuera de casa ante Espanyol, Copenhague y Villarreal previos al parón de selecciones. Ganar los dos de Liga es vital para escalar posiciones, como bien ha recordado hoy Januzaj en su presentación, y el de Champions se presenta como una ocasión de oro para, por lo menos, amarrar la tercera plaza en la fase de grupos.
Volviendo a parafrasear al maestro, esta vez en una canción cuyo título nada tiene que ver con la actualidad del Sevilla ("Nos sobran los motivos"), el Ramón Sánchez-Pizjuán es una "sala de espera sin esperanza". El paciente que espera dentro es un torero que apostó por arrimarse demasiado al toro y se la jugó entre la enfermería y la puerta grande. Mantener a Lopetegui en el banquillo fue una decisión arriesgada tras el final de temporada pasado, pero la culpa debe estar más repartida. El vasco tendría que ver que su estrategia no funciona, la plantilla poner más de su parte para revertir la situación y la directiva debería, simplemente, hacer algo. Monchi, por su parte, ya ha reconocido que tiene parte de responsabilidad por el mercado de fichajes.
El comienzo de temporada ha sido nefasto, y muchas cosas deben cambiar para que el Sevilla remonte el vuelo cual ave fénix. Además, las piedras en el camino cada vez son más grandes y muchos no ven la luz al final del túnel. Sólo los locos de la cabeza participan en este juego llamado amor "en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño", esperando que su equipo sea capaz de volver a las grandes noches de gloria. Volverán. Igual que se fueron y regresaron.