Si fuera fácil dar la vuelta a un equipo como fácilmente se le da a un calcetín, lo habría hecho Sampaoli, digo yo. Para eso se le fichó y, seguramente, eso le habría gustado hacer a él para no perder parte de su contrato millonario. Ahora resulta que coger a un Sevilla FC ‘muerto’ y ‘resucitarlo’ en tiempo récord es una tarea al alcance de cualquiera con carnet de entrenador. Los jugadores, que no han pagado los platos rotos que asumieron sus dos últimos entrenadores, son buenísimos. Todos parte de un plantel de Champions y solo había que aplicar ‘cuatro cositas’ lógicas para que no siguieran devaluándose y dando con sus huesos en la Segunda división, que era el camino cuesta abajo y sin freno que habían tomado.
No se trata de dar todo el mérito al técnico vasco, pero nadie le puede negar su gran parte -del mérito- y tampoco sería justo subestimar su labor y sabiduría. El debate ahora está en el Real de la Feria. Para unos, debe haber renovación inmediata para Mendilibar. Anoche mismo, después de marcar el 0-1 de penalti Ocampos de nuevo en el descuento, habría que haber atado su continuidad porque son señales que te manda el destino. Creo que lo son, señales que hay que saber interpretar, pero siempre es más conveniente aparcar la euforia y apostar por la prudencia a la que apuntan el presidente Pepe Castro y el vicepresidente José María del Nido Carrasco: mejor esperar a la conclusión de una temporada que se ha puesto preciosa para tomar una decisión.
La evidencia, y estas no son señales exotéricas, es que la llegada de José Luis Mendilibar y la implantación de la idea del técnico vasco ha dado un giro radical a los resultados y el Sevilla FC es el líder del mes de abril en LaLiga. Un mes de ensueño en el que también se ha entretenido en colarse en las semifinales de la Europa League tras tumbar al todopoderoso Manchester United. En la competición doméstica, cuatro victorias y un empate, 13 puntos, uno más que el Atlético de Madrid y 3 más que Girona, Athletic y Osasuna.
Debe ser muchísimo más complejo de lo que parece, aunque con ‘Mendi’, hasta su apodo simplifica su apellido de pila, todo deriva a la sencillez. El técnico vasco llegó en el último parón de selecciones y dirigió su primer partido en el Nuevo Mirandilla ante el Cádiz el 1 de abril. Con los mismos futbolistas con los que Jorge Sampaoli perdía 2-0 en Getafe y era destituido, el técnico vasco ha logrado mantenerse siete partidos invictos.
Cuatro factores para intentar explicar el cambio
¿Cómo es posible una transformación tan profunda en tan poco tiempo? Seguramente los expertos tendrán sus mil razones y seguramente todas ellas servirían para explicar lo inexplicable para la mayoría de los mortales, los miles de sevillistas que han sufrido una temporada lamentable viendo a su equipo rendirse a un destino que le llevaba de cabeza al descenso. Intentando simplificar, al estilo Mendilibar, hay cuatro conceptos fundamentales que saltan a la vista:
El primero: una idea de juego práctica y efectiva. Cuando tiemblan las piernas en la salida del balón o cuando no cuentas con centrales capacitados técnicamente para construir el juego desde el portero... ¿Para qué asumir su hijos innecesarios? En este argumento se han unido dos motivos. El primero, que el entrenador cree en un modelo de juego de fútbol directo con presión alta, sin asumir riesgos en la salida de la pelota y procurando que el esférico esté el máximo tiempo posible cerca del área rival. Y el segundo, el expresado anteriormente. Que en un plantel que aún sigue teniendo muchísimos problemas con los efectivos en el eje central (Gudelj tuvo que jugar de nuevo en el eje de la zaga junto a Badé ante el Athletic), es mejor saltarse toda esa ridícula circulación de balón con la que tantos goles ha regalado el Sevilla a sus rivales.
El segundo: cada futbolista juega en la posición en la que da su máximo rendimiento y con sus funciones muy claras. Este concepto se entiende a la perfección con la recuperada versión del mejor Lucas Ocampos. ¿Dónde brilló en el Sevilla? Como extremo en la banda derecha a la que ha regresado y cerca de la portería, a la que siempre tiene en mente el argentino. Los delanteros, a ser las referencias y a tratar de ganar las espaldas a los defensores del equipo contrario. Ya lo dijo Rafa Mir: "Con Sampaoli he jugado en posiciones muy extrañas". Los extremos, a tratar de desbordar, colgar balones al área o a buscar directamente la meta rival. La mejor versión de Suso es otro claro ejemplo. Se trata del futbolista más diferencial del plantel y tiene que moverse en zonas en las que hace daño con su calidad, su habilidad y visión de juego. Tres cuartos de lo mismo ocurre con En-Nesyry, al que buscaron sus compañeros pero con el que no pudieron conectar en San Mamés.
El tercero: igualadas las fuerzas en entrega, intensidad y competitividad, que gane el equipo que tiene jugadores con más calidad. Es indudable que la plantilla del Sevilla ha estado muy por debajo del rendimiento esperado hasta que los jugadores se están reencontrando de la mano de Mendilibar. Jugadores caros que se habían acomodado con el fútbol de pase horizontal, o hacia atrás, tanto de Lopetegui como de Sampaoli. Botón de muestra: la regañina del técnico vasco a Rakitic cuando en San Mamés éste volvió a las malas costumbres y eligió en varias ocasiones el pase de seguridad en vez de lanzar a los extremos. O la advertencia a Suso que ha surtido efecto: "Si quiere jugar más, tendrá que correr más".
Y el cuarto: ha devuelto la alegría y la ilusión al vestuario. Los jugadores son personas. Muchos de ellos con las cuentas cargadas de millones, pero muchos de ellos jóvenes también sometidos a una innegable presión. Han pagado los platos rotos dos entrenadores, pero ellos saben que tiene su importante cuota de responsabilidad y andaban con la autoestima hundida. En su decálogo de intenciones previas a hacerse cargo del equipo, Mendilibar dejó claro que sus futbolistas tenían que ir al trabajo a pasarlo bien, a disfrutar y a divertirse. Lo ha manifestado Ocampos después del triunfo ante el Athletic: "Nos mata entrenando, pero vamos con alegría".
Entrenar muy bien y perder no habría sacado al Sevilla de su ánimo decadente. Sin embargo, los buenos resultados han supuesto una inyección de moral importantísima. El vestuario cree en el mensaje del entrenador y la afición cree en sus futbolistas. El viento sopla a favor y nadie descarta un final de temporada brillante. Alcanzar Europa vía LaLiga, o la Champions levantando la ‘Séptima’ se han convertido en alicientes que han puesto a toda máquina el motor de un Sevilla al que con 'cuatro cositas' le ha cambiado la vida Mendilibar.