El Barça vuelve a ser el que era después de la marcha de Messi. Sin el astro argentino, que tantas amarguras ha dejado en la afición sevillista, pero un equipazo hecho a base de palancas que han facilitado fichajes millonarios. Hasta ayer mismo estuvo construyendo (fichó libre a Marcos Alonso) su nuevo y poderoso proyecto a la medida de una filosofía reconocible y de su entrenador, Xavi Hernández.
Tal vez ese era también el sueño de Julen Lopetegui, seguir fichando jugadores top que reavivaran un estilo de juego con claros síntomas de decadencia. Venía una revolución anunciada por Monchi, pero a la baja: vendiendo a los consagrados y fichando promesas revalorizables. ¿Le interesaba seguir? Lopetegui no tuvo la opción de elegir un cambio para irse, ni el Sevilla FC podía gastar una millonada en despedir a un técnico con dos años de contrato.
El matrimonio de conveniencia ha empezado fatal, un punto de nueve, y cuando Julen vea sobre el césped a Koundé en el Barça y a Nianzou junto a Gudelj o al canterano José Ángel Carmona en el Sevilla, tendrá ante sí el vivo reflejo de lo que hoy son ambas entidades. El Barcelona (“el equipo que más y mejor se ha reforzado del mundo”, según sus propias palabras), aspirante a todo con Lewandowski (otros 50 millones de euros), Raphinha (58 ‘kilos’), el renovado a base de talonario Dembélé y compañía… frente a un Sevilla que no ha mejorado sus tres puntos débiles: se ha quedado cojo en el eje central de su defensa, no ha fichado a un relevo para Fernando y el goleador que ha llegado tampoco te garantiza 15 o 20 goles. Dejemos que hablen el tiempo y el balón.
Xavi, ensamblar; Julen, sacar potencial
Ensamblar a los mejores, lo que tiene que hacer Xavi en el Barça, es tarea relativamente fácil. Sacar el potencial de los buenos o muy buenos, la ardua tarea que espera a Lopetegui, es un reto bastante más complejo (mayores serán sus méritos, desde luego, si lo consigue). En el Sevilla hay que tener paciencia y esperar a un chaval de 20 añitos, Nianzou, obligado a comandar el eje de la defensa; a otro central, Marcao, con el que Julen no podrá contar hasta octubre; a un extremo, Januzaj, al que no ha podido convocar porque ha llegado fuera de forma.
En el Sevilla hay que esperar a un delantero, Dolberg, en el banquillo inicialmente y que espera reencontrarse con los goles en Nervión; y a Isco Alarcón, quien debe alcanzar primero el físico de élite que le permita sacar todo el fútbol mágico que lleva dentro. Sólo el cedido Alex Telles está rindiendo al nivel que se presume de un lateral zurdo con experiencia procedente del Manchester United… y tiene por delante a Acuña.
¿Cómo será recibido Koundé?
Vuelve Koundé, un refuerzo de 50 millones de euros procedente de un Sevilla asfixiado económicamente y obligado a vender. ¿Habrá pitada, aplausos, división de opiniones o indiferencia? Probablemente más pitos que aplausos, porque Koundé pudo irse al Chelsea y prefirió jugar en el Barça, un equipo que compite en la misma Liga que el Sevilla y que no genera la más mínima simpatía en Nervión.
Habrá en el ambiente, también, la certeza de comprobar cómo el Sevilla ha bajado un escalón en sus posibilidades deportivas. La cuarta plaza ya no parece suya como en los últimos tres años. Tendrá que pelearla con la Real Sociedad, el Villarreal y el Betis. El enemigo de hoy, al que el pasado año se le miraba sin miedo a los ojos, parece un gigante. No es el mal día para llenarse de autoestima y demostrar que este Sevilla es mejor de lo que parece.